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viernes, 29 de abril de 2011

Boda real: Kate Middleton, de plebeya a princesa

Adiós plebeya Katie. ¡Hola princesa Catherine!

Al igual que la promoción de la crisálida en mariposa, la transformación de Kate Middleton, que comenzó cuando se anunció su compromiso con el príncipe William hace varios meses, se está por completar con su boda el viernes en la abadía de Westminster.

La joven cuya naturalidad y buena apariencia encantó a la nación cuando entró en escena hace ocho años como novia de William está por ser reemplazada por una nueva versión más vistosa, más elegante y más ajustada a los requisitos reales.

En términos cinematográficos Middleton, de 29 años, está lista para el primer plano, después de un largo noviazgo con varios altibajos. En el proceso se ha proyectado como una mujer formidable que sabe exactamente en lo que se mete, con respeto indudable pero sin admiración desmedida por la familia real a la que está por incorporarse, y quizás revitalizar.

La ex universitaria es una futura reina, a menos que se interpongan la muerte, el divorcio o la revolución. Eso imparte a sus palabras, hechos y aun su selección de modas un peso que antes no tenía. Pero debe seguir demostrando paciencia y entereza, puesto que bien podrían pasar varias décadas antes de que su futuro marido sea proclamado rey.

Se ha especulado mucho sobre los antecedentes plebeyos de Kate. Aunque no proviene de una familia aristocrática, ha tenido una crianza acaudalada, con padres exitosos capaces de enviarla a un colegio exclusivo y después a la Universidad de St. Andrews en Escocia donde conoció a William cuando eran estudiantes del primer año de historia del arte.

Al principio fueron amigos, como parte de un pequeño grupo de compinches de elite, pero poco después intervino Cupido, que según algunos lanzó su flecha durante un desfile de modas de beneficencia en el que Kate, en primera fila, lució un osado vestido traslúcido sobre prendas interiores negras.

Mantuvieron su romance discretamente hasta que William bajó un poco la guardia durante unas vacaciones de esquí en el 2004 y se le vio con el brazo en torno de la cintura de la dama cuando aguardaban la silla para subir la cuesta. Se veían muy cómodos juntos, y parecían enamorados.

Uno de los reparos que le hicieron a Middleton las malas lenguas fue que se lanzó intencionalmente a la seducción de un príncipe, quizás incluso eligiendo la venerable universidad escocesa sabiendo que William estaría allí. Verdad o envidia, los rumores persistieron.

Durante el largo noviazgo la novia eludió a la prensa y nunca concedió una entrevista para revelar su sentimiento por William ni por la realeza. El público podría creer que conoce su personalidad, pero en general basa su juicio en apariencias y expectativas, y no por lo que aquélla hubiese revelado al público.

"Ella comprende la importancia de la mística", comentó el historiador Andrew Roberts, quien pronosticó que Middleton -al igual que Isabel II- nunca concederá una entrevista extensa y reveladora como las que la princesa Diana ofreció cuando su matrimonio trastabillaba.

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